¿Tiempo
libre? ¿Tiempo de ocio? ¿Tiempo ocioso?
Puede
que en algunos momentos nos planteemos estas cuestiones y no sepamos
muy bien hacer claras diferencias.
En
un proceso de cambio, experimentación, puede además que este tiempo
libre o en el tiempo ocioso, juegue un importante papel perjudicial
que nos lleve a desarrollar ciertas conductas adictivas o
dependencias a sustancias perjudiciales.
Qué
importancia tiene entonces dentro de un proceso de deshabituación de
sustancias o resolución de conflictos, usar bien nuestro tiempo
libre, ese tiempo que nos queda una vez hemos cumplido con todos los
quehaceres, hemos descansado, nos hemos nutrido…. Para que sea un
tiempo de ocio y no lo desaprovechemos en una ociosidad.
Se
suma, además de todo el proceso psicológico, la reeducación
del tiempo libre
como proceso de prevención y complementación a lo mencionado. Esta
reeducación acarrea diferentes pasos como el cambio de creencias,
estereotipos y perspectiva, entender el papel que juega el ocio
dentro de la educación para la salud, conocer los sentimientos,
actitudes y el cambio motivacional que la realización de actividades
va suponiendo y en último lugar pero no menos importante, saber
buscar alternativas que pueden llegar a ser las que liberen las
suficientes endorfinas que hagan sentirnos bien.
La
autoestima,
importante concepto para el desarrollo personal y social de cada
persona y, ausente en muchas de las personas que tienen trastornos,
puede trabajarse en diferentes actividades de ocio, permitiendo
incrementarla y consolidarla. Como ejemplo, las actividades
deportivas en equipo fomentan la sociabilidad, establecen vínculos y
relaciones sociales, las actividades culturales promueven la
capacidad de crítica, el cambio en las actitudes ante el modelo de
“salir de marcha”, diversión y consumo, las actividades de
voluntariado fomentan la competencia personal y social y las
actividades lúdicas ofrecen un espacio de intercambio cultural que
posibilita el diálogo, el aprendizaje abierto, la cooperación, el
respeto y la convivencia.
En
definitiva, puede experimentarse diversión sin necesidad de recurrir
al consumo de diferentes sustancias (entre las que se incluye el
alcohol) para generar de esta manera aficiones perdurables. Estas
aficiones han de pasar favorablemente el cambio motivacional hasta
convertirse en una necesidad
para cada persona. Sólo hemos de encontrar cada uno/a aquello que
nos satisfaga entre el amplio abanico de posibilidades que tenemos,
desde la ciudad más grande hasta en el pueblo más pequeño.
Como
hablaba Maslow, en base a las necesidades humanas, es
cierto que el hombre vive solamente para el pan, cuando no hay pan.
Pero ¿qué ocurre con los deseos del hombre cuando hay un montón de
pan y cuando tiene la tripa llena crónicamente?
Mª
Carmen Ruiz Sánchez
Educadora
Social
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